Marga Gil

Cuando publicaron su primer cuento, las dos niñas fueron a la casa de Juan Ramón Jiménez y dejaron en la portería un ejemplar para su mujer, Zenobia Camprubí, con una dedicatoria “aún sin conocernos somos tus amigas”. Admiraban a Zenobia por sus traducciones de Rabindranath Tagore que a ellas les gustaba…

El dulce amanecer del último día

Marga Gil Roësset, poeta, escultora e ilustradora, se suicidó a los 24 años incapaz de aceptar que Juan Ramón Jiménez no la quisiera

Una de las pocas fotos que se conservan de Marga Gil Roësset. /
Una de las pocas fotos que se conservan de Marga Gil Roësset.

El tres de marzo de 1908 nace una niña muy enferma y débil. El médico anuncia con tristeza que no sobrevivirá. La madre, que no se resigna, responde: si la medicina no puede salvarla, la salvará el amor. Cuentan que agarró al bebé en brazos y no lo soltó en dos meses. Cuando lo dejó por primera vez en la cuna tenía una marca en la cara que no se le quitó en semanas; el bebé siempre apoyaba su manita en la mejilla de la madre.

La niña se llamaba Marga Gil Roësset. La familia, descendiente de dos hermanos polacos exiliados que se casaron con dos hermanas gallegas de buena familia y que vinieron a España para construir la red ferroviaria, era inmensamente rica, pero en igual medida culta.

Cuenta su hermana Consuelo que su padre las levantaba a las seis y media de la mañana y no paraban de estudiar hasta la noche. No fueron a la escuela, los profesores venían a casa.

Pronto se convirtieron en niñas prodigio. Las dos hermanas sabían cuatro idiomas. A Marga, siempre más débil, su madre la mimó y la dirigió hacia las artes. Cuando Consuelo tenía quince años y Marga doce, la primera escribió un cuento ‘El niño de oro’ y Marga hizo las ilustraciones. Hoy viendo esos dibujos a plumilla, tan barrocos y preciosos, no podemos imaginar que fueron hechos por una niña de esa edad.

Decía su hermana que hacía los dibujos de tirón, sin ninguna corrección. Más tarde, cambió su estilo. En ‘Canciones para niños’, también escrito por su hermana, los trazos son simples y seguros, y recuerdan mucho al ‘Principito’, pero son de veinte años antes.

Cuando publicaron su primer cuento, las dos niñas fueron a la casa de Juan Ramón Jiménez y dejaron en la portería un ejemplar para su mujer, Zenobia Camprubí, con una dedicatoria: «Aún sin conocernos somos tus amigas». Admiraban a Zenobia por sus traducciones de Rabindranath Tagore que a ellas les gustaba.

Con quince años decidió dedicarse a la escultura. Su madre siempre la apoyó y la llevó al taller del escultor afamado entonces, Victorio Macho, quien declinó la propuesta añadiendo que él ya no le podía enseñar nada a la niña escultora.

Viendo hoy las pocas esculturas que se conservan, de finales de los años 20, parecen de una modernidad abrumadora. Marga decía: «Intento siempre operar en mis esculturas de dentro a fuera. Es decir, trato de esculpir más las ideas que las personas». ‘La mujer del ahorcado’, por ejemplo, tiene una fuerza y un dramatismo innegable.

Marga era una joven muy guapa, con ojos grises y una mirada arrobadora. Relata Ávalos, el que fuera escultor del Valle de los Caídos, por entonces joven escultor que coincidió con la joven en el mismo cantero, que todos los que estaban en su entorno se enamoraban de ella, incluido él mismo, que le hizo un busto.

Mucho más tarde, Zenobia, en un proyecto de publicación sobre Marga, la describe como una joven totalmente controlada y manipulada por su madre. Juan Ramón Jiménez, en cambio, la describe como una joven llena de vitalidad y energía.

El matrimonio conoció a Marga en abril de 1932, en una sesión de ópera a la que Zenobia había invitado a las dos hermanas. Intimaron de inmediato y Marga les propuso hacer un busto a cada uno. Empezó con Zenobia y así comenzó una relación de Marga con el matrimonio que puso patas arriba la vida de la joven escultora.

Al comienzo, durante los muchos días que fue a su casa a hacer el modelo de arcilla para el busto, intimó con Zenobia. Pero, de repente, le ocurrió un enamoramiento violento y absoluto respecto a Juan Ramón. En una carta a Zenobia ella dice: «Y enamorarte es algo que ocurre porque sí, sin tener tú la culpa».

El diario

Durante el último mes de su vida escribió un pequeño diario con una prosa esquemática y entrecortada, como si hubiera sido escrita a golpe se cincel. Son trozos de frases, expresiones casi siempre inacabadas que recogen sin ninguna concesión a la sensiblería su drama personal; enamorarse locamente de una persona que no te corresponde. Ella lo expresa de forma simple y rotunda: «Pero claro, como yo soy sola a querer».

El diario de Marga es un texto desgarrador, la vemos encerrada sin salida en una obsesión absoluta hasta que, al final, ya renuncia, pero no al amor sino a la vida. «Me parece que tendré que morirme triste … sin beso … ni corazón… ni versos … ¡ay!». La muerte se presenta como única salida a su martirio. «Oye Dios,… ¡verdad que un amor inmenso lo disculpa todo!»

El día 28 de julio de 1932, va a casa de Juan Ramón, le entrega una carpeta con papeles y le dice que no los lea de inmediato sino más tarde. A continuación sale llorando y va al cantero, destruye a martillazos todas las obras, pasa por el estudio de fotografía, recoge todos los negativos de sus obras y los destruye también.

Por la tarde inicia su último viaje, coge un taxi y se dirige a un hotelito, propiedad de un pariente, sube a una habitación, escribe tres cartas (una a Zenobia, otra a sus padres y la tercera a su hermana Consuelo) y se pega un tiro en la cabeza.

El matrimonio Zenobia-Juan Ramón se entera de la desgracia por unas primas de Marga, acuden de inmediato al hospital de las Rozas en el que la chica está agonizante. Juan Ramón no se moverá de su lado hasta la madrugada, que ya falleció. Tenía 24 años.

Dos días antes había escrito en su diario: «Como no duermo, me he salido a la ventana… ya, no es más noche… qué dulce es el amanecer del día último… se te adentra en el alma por ojos… manos… boca… parezco que soy yo la que amanezco, azul y nueva».

Esta historia permanece oculta hasta el año 1997, en el que ‘ABC Cultural’ publica un reportaje. El año 2000 Ana Serrano organiza una exposición en el Bellas Artes. Por fin, el año 2015 se publica el texto íntegro del diario de Marga. 

El Correo, Territorios, 04/12/2021

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Bibliografía