Emily Davison

Justo cuando inicia el siglo XX un grupo de mujeres se niega a seguir habitando entre las sombras, como ciudadanas demediadas. Salen a la calle y piden la voz y el voto. Son las suffragettes.

Emily Davison fue de las las militantes más significadas.

El momento de su muerte:

La ‘suffragette’ Emily Davison

Justo cuando se inicia el siglo XX un grupo de mujeres se niega a seguir habitando entre las sombras, como ciudadanas demediadas. Salen a la calle y piden la voz y el voto. Son las ‘suffragettes’.

Primero solo reciben desprecio y burlas, luego vendrá la represión.

En Inglaterra ya existía un movimiento sufragista, asentado en la ideología liberal. Algunos de sus miembros más conocidos son Harriet Taylor y su marido Stuart Mill, que intentó sin éxito que el Parlamento aprobara una ley que reconociera el voto a las mujeres.

Este nuevo movimiento, un sindicato exclusivamente de mujeres, surge, precisamente, de la impotencia de comprobar que la propuesta del voto femenino jamás iba a traspasar los muros del Parlamento. Por ello es un movimiento activista y callejero. Definen una bandera y un lema. Bandera tricolor, púrpura por la soberanía que corría por la sangre de las activistas, blanco como símbolo de honestidad y verde por la esperanza de un nuevo comienzo. El lema es: ‘Hechos, no palabras’. Su líder indiscutible, Emmeline Pankhurst, que involucró a sus hijas en la misma lucha.

Con desprecio les llamaban ‘suffragettes’ en vez de ‘sufragist’, pero ellas aceptaron el reto y se llamaron a sí mismas ‘suffragettes’, lo mismo que su revista. Les decían que eran unas desaliñadas, así que procuraron vestir con elegancia en todas sus marchas. Organizaban cursos, reuniones y mítines, pero se dieron cuenta como nadie de la fuerza de la propaganda moderna y el uso indirecto de los medios de comunicación; por eso se dedicaron a organizar actos muy llamativos para difundir su reivindicación del voto femenino. Por ejemplo, interrumpían las reuniones políticas habituales a las que solo podían acudir los hombres y organizaban marchas minuciosamente planificadas: en las fotos se las ve con sus vestidos blancos caminando en líneas perfectas.

El año 1905 Christabel Pankhurst y la obrera Annie Kenney interrumpieron el discurso de Churchill y sacaron una pancarta pidiendo el voto femenino. El público (solo masculino) se indignó y fueron detenidas. Ambas se negaron a pagar la multa y prefirieron ir a prisión para dar más publicidad a su causa. Iniciaban así una estrategia que les daría presencia en los medios, pero que les acarreó mucho sufrimiento.

Si pensamos que son mujeres de clase media apoyando un movimiento ‘snob’, nos equivocamos. Estas ‘suffragettes’ eran mujeres con una enorme fuerza de voluntad, con gran capacidad de sufrimiento y unas convicciones grabadas en bronce. Tenían además una organización disciplinada y militante, como prueba que en junio de 1908 organizaron una manifestación en la que participaron 300.000 mujeres.

Detenciones sistemáticas

Una de las activistas más fervientes fue Emily Davison. Nació el 11 de octubre de 1872. Estudió en la Universidad de Oxford, donde logró unas calificaciones de primera categoría, pero no se pudo graduar porque entonces los títulos estaban vedados a las mujeres. Pronto, en 1906, se afilia en las ‘suffragettes’ y se convierte en funcionaria de la organización. Se hace muy conocida por el ímpetu y entusiasmo de su actividad militante. Era la responsable de organizar las marchas.

En esos años, las ‘suffragettes’ afirmaban que si quedaban excluidas del pacto político de la ciudadanía no tenían ninguna obligación con el Estado. Por eso, fomentaban la insumisión, negándose a pagar impuestos. Hacia 1911, al ver que no obtenían ningún derecho, radicalizaron sus acciones. «Ya que debemos ir a la cárcel para obtener el voto, que sean las ventanas del Gobierno, no los cuerpos de las mujeres las que se rompan», era el argumento.

Ya con anterioridad la Policía había adoptado una actitud agresiva y las detenciones empezaron a ser sistemáticas. El 18 de noviembre de 1908, 300 activistas se dirigieron al parlamento. Una multitud de agentes les hizo frente con una brutalidad inusitada, añadiendo la infamia de agresiones sexuales. Una parte de los hombres que estaban en el lugar se sumaron al ataque.

Al ser siempre menores los delitos cometidos por las ‘suffragettes’, las condenas eran leves, apenas unas multas o penas de muy pocos meses. Desde el principio, las activistas se negaron a pagar para que las enviaran a prisión. Una vez allí, iniciaban una huelga de hambre reivindicando la condición de presas políticas.

El Gobierno, de forma torpe, inició una práctica aborrecible: la alimentación forzosa de las huelguistas. Este era un procedimiento muy doloroso porque les insertaban una sonda por la nariz hasta el esófago. Pankhurst cuenta que no podía olvidar los gritos desgarradores de las mujeres. Con el tiempo la organización de las ‘suffragettes’ creó una condecoración simple de plata, con la inscripción ‘Huelga de hambre’ en la medalla y ‘Al valor’ en la barra superior de plata y una barra esmaltada para las que habían sufrido alimentación forzosa. En fotografías de época se las ve lucir con orgullo su medalla al valor prendada en el pecho.

Emily Davison, una de las activistas más perseguidas, sufrió alimentación forzosa 49 veces. En una ocasión que se le hizo insoportable intentó suicidarse arrojándose por unas escaleras de hierro: «Lo hice deliberadamente y con todo mi poder, porque sentí que con nada más que el sacrificio de la vida humana la nación se daría cuenta de la horrible tortura a la que se enfrentan nuestras mujeres», afirmaría después.

Esta práctica inhumana terminó haciéndose impopular y el Parlamento aprobó una Ley que llamaron ‘El gato y el ratón’. Cuando iniciaban la huelga de hambre, a los pocos días las soltaban, pero una vez recuperadas en casa las volvían a ingresar en prisión hasta cumplir su pena. En esta época fueron encarceladas unas mil activistas en Inglaterra.

Emily Davison se fue radicalizando y su organización terminó por marginarla. Pero no cesó en su activismo.

El día 4 de junio de 1913 se celebraba el Derby de Epson, la popular carrera de caballos. Emily Davison recogió dos banderas sufragistas en las oficinas de la organización y viajó a Epson. Se colocó junto a la barandilla, en Tattenham Corner, la última curva antes de la recta final. Cuando pasaban lo caballos salió a la pista e intentó agarrar al caballo ‘Anmer’ del rey Jorge V. Pero fue arrollada y quedó inconsciente en el suelo. Moriría cuatro días después en el hospital. Tres cámaras de cine grabaron el accidente.

El 14 de junio, su cuerpo fue trasladado desde Epson a Londres; su ataúd tenía la inscripción ‘Sigue luchando. Dios dará la victoria’. Cinco mil mujeres vestidas de blanco y púrpura formaron una procesión y 50.000 personas se alinearon en la ruta. Emmeline Pankhurst no pudo participar en la procesión, fue detenida esa misma mañana.

Emily Davison está enterrada en el cementerio de Morpeth. Su lápida tiene la inscripción que fue el lema de toda su vida: ‘Hechos, no palabras’. En 1918, Inglaterra aprobó el voto femenino para mayores de 30 años y con propiedades. Por fin, en 1928 el Parlamento dio luz verde al voto universal para las mujeres mayores de 21 años.

Fotos

Bibliografía